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Nueva planta de biogás del IRTA como modelo de economía circular
01 de julio de 25 - Noticias
El centro experimental del IRTA en Mas Bové (Tarragona) da un paso firme en economía circular con la construcción de una planta de biogás que gestionará los purines y gallinaza que generan sus naves de porcino y avícola para generar energía y reducir el consumo de agua de boca para ciertos usos. Con una visión clara hacia la sostenibilidad, el centro pretende ofrecer un modelo replicable en granjas comerciales y un lugar de formación para técnicos de biogás. Para conocer en qué fase se encuentra el proyecto y cómo funcionará esta planta, hablamos con Belén Fernández, investigadora del programa de sostenibilidad en biosistemas del IRTA, especializada en digestión anaerobia, producción de biogás y valorización de residuos orgánicos.
Belén Fernández, investigadora del IRTA. Foto: IRTA.
¿Cómo surgió la idea de que el IRTA construyera una planta de biogás en Mas Bové?
La idea de construir esta planta surge de la propia necesidad de gestionar correctamente los purines y la gallinaza de las granjas del IRTA. Concretamente, las granjas de Mas Bové, donde tenemos varias naves de porcino, de distintas fases, desde maternidades a destetes y engordes; lo mismo sucede con las naves de avícola. Son granjas de un tamaño lo suficientemente grande como para que con la cantidad de purín y gallinaza que se genera al año resulte rentable instalar una planta de biogás. Por otra parte, nos encontrábamos con que los equipos que teníamos para generar calor en algunas naves ya estaban un poco desfasados, por lo que esta inversión también es una forma de actualizarlos. Y, finalmente, ha coincidido con el auge del interés por el biogás. Además, hemos obtenido una subvención económica procedente de las ayudas a proyectos estratégicos de biogás del IDAE. Así que, por todo ello, consideramos que este era el momento oportuno.
¿Cómo gestionaban hasta ahora los residuos generados por estas granjas?
Teníamos un sistema de balsas donde se acumulaba el purín porcino, y un estercolero donde se almacenaba la gallinaza, y hasta ahora contábamos con un gestor externo que trasladaba todos estos residuos a una planta de compostaje, y una parte se destinaba a la aplicación em campos agrícolas. Ahora esta gestión va a ser un poco diferente, porque los purines y la gallinaza se van a digerir tras un proceso de separación en la planta de biogás para generar energía térmica, y después el digestato se separará en dos fracciones. De esta forma, la fracción clarificada del digestato la vamos a poder utilizar como agua de riego para las fincas que tiene el propio IRTA, y también para usos de limpieza generalistas dentro del propio centro, con lo que reduciremos el consumo de agua de boca para estos usos.
¿En qué fase se encuentra el proyecto?
Ahora estamos en el proceso de adjudicación de la empresa que va a construir la planta. Es cierto que empezamos a trabajar en el proyecto hace ya dos años, y en este tiempo se ha ido invirtiendo en la actualización de equipos para una mejor gestión de los purines. En este sentido, ya se han ejecutado las obras de modernización de las balsas, la construcción de un compostador y la instalación de un separador sólido-líquido. Ahora nos queda la segunda parte del proyecto, que es la construcción de la planta de biogás, es decir, el digestor, el sistema de calentamiento de este digestor, la caldera de biogás y el sistema de acondicionamiento de la fracción clarificada del digestato para que tenga la calidad necesaria para usos de riego o de limpieza. Por lo tanto, ahora estamos en el proceso de finalizar la licitación de la construcción, y la previsión es que este verano podamos empezar las obras y que, a finales de año la planta ya esté en marcha.
¿Cómo funcionará la planta de biogás?
El esquema de tratamiento es muy similar al que hay en otras plantas de biogás que se construyen al lado de una granja. Se va a facilitar el vaciado de purines y el transporte de gallinaza a una zona de recepción; en una de estas balsas recuperadas se mezclarán ambos materiales, se bombearán al digestor, y allí vamos a trabajar en el rango mesófilo 37 - 39º, con la idea de mantener el digestor con un tiempo de residencia de unos 40-30 días. Tenemos un promedio histórico de entre 8.000 y 10.000 toneladas de purines al año, con las que esperamos producir suficiente biogás para generar de 99 a 100 kW de calor, un 10% del cual lo vamos a usar para calentar el propio digestor, porque queremos mantenerlo a una temperatura estable; el resto se destinará a calor para una de las naves de maternidad, que es una de las que más demanda tiene. Por otra parte, el material digerido, pasados unos 30 o 40 días, se enviará al separador. La fracción concentrada del digestato se compostará con parte de la gallinaza, para usar el compost en la finca del propio centro Mas Bové, y la fracción clarificada del digestato pasará por un sistema de microfiltración y desinfección para utilizarla para riego y tareas de limpieza.
Una vez en marcha, ¿pretende ser un ejemplo de economía circular para el sector?
Sí. Además, hay que registrarlo todo, es decir, hay que registrar la energía no renovable que sustituimos con la renovable, la cantidad de digerido que tratamos, las cantidades de purín y gallinaza que entran en la planta, y el compost y el agua recuperada que obtenemos. El IRTA es un centro de investigación, así que nos encantan los números y registrar datos, por lo que vamos a intentar registrarlo todo. Además, es una forma de predicar con el ejemplo, ya que promovemos la sostenibilidad y la reducción del impacto de nuestra actividad sobre el medio ambiente. De esta forma podremos mostrar números, exponer los pros y los contras, analizar la viabilidad económica… y transferir toda esta información al sector, e incluso formar a técnicos sobre instalaciones de biogás en nuestro ámbito.
¿Es viable para un ganadero disponer de su propia planta de biogás?
La planta de biogás de Mas Bové será un ejemplo de la tecnología que va a haber en la mayoría de las plantas que se van a construir para modelos centralizados, donde los ganaderos se agrupan para gestionar sus residuos en una planta de biogás. Estos modelos son más caros y la inversión puede superar los 600.000 euros. Además, tendremos otro modelo de plantas de biogás, el que se va a construir en la granja de leche EVAM del IRTA, que es un modelo de autoconsumo. Este modelo se adapta más a lo que pueda necesitar un ganadero individual: sería lo más coherente para instalar en una granja que genere entre 8.000 y 20.000 toneladas de purines al año. El modelo de autoconsumo es un digestor anaerobio de bajo coste, que necesita además de una caldera de biogás, un separador sólido-líquido y un pequeño compostaje dentro de la granja para cubrir la estabilización del digestato. En este caso, estaríamos hablando de una inversión cercana a los 300.000 euros. La idea es que las dos tecnologías instaladas en el IRTA sirvan de ejemplo para el sector y, en cada caso, se pueda optar por la tecnología más viable según las condiciones.