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Parámetros para valorar el bienestar animal porcino
02 de octubre de 19 - Estudios
Antoni Dalmau. Investigdor de bienestar animal.
Actualmente, los consumidores ya no consideran la cría de animales de abasto como un simple medio para producir comida, sino que exigen otros requisitos como la seguridad y la calidad de los alimentos, la protección del medio ambiente y la garantía de que los animales reciben un trato adecuado. En este contexto, la Comisión Europea financió entre los años 2004 a 2009 el proyecto europeo conocido como “Welfare Quality®”.
El proyecto Welfare Quality®, cuyo título completo era “Integración del bienestar de los animales en la cadena de la calidad alimentaria: de las preocupaciones del público a un mejor bienestar y una calidad transparente”, supuso el proyecto de investigación más ambicioso llevado a cabo nunca en el campo del bienestar animal. Con un presupuesto total de 17 millones de euros, 17 países involucrados, más de 40 instituciones y cerca de 500 personas trabajando en el proyecto, supuso un antes y un después en la forma de entender y evaluar el bienestar animal en la UE. Uno de los objetivos principales del proyecto era desarrollar un sistema estandarizado del bienestar animal para toda Europa, que sirviera, además, para transmitir al consumidor información clara sobre las características de los alimentos en este ámbito. Con la finalidad de cumplir con estos objetivos, se estableció un sistema de principios y criterios para definir el bienestar animal, se validaron durante cinco años las medidas que debían formar parte de estos protocolos y se combinaron de la forma más eficiente posible para poder obtener una evaluación de una granja o matadero en una jornada. Además, se generó el material de entrenamiento necesario y se creó el procedimiento para formar a los responsables de aplicar estos protocolos en países de todo el mundo.
INTEGRACIÓN DE PARÁMETROS
Los protocolos abordan el bienestar de los animales en la granja, el transporte y el sacrificio, y se centraron en vacuno, porcino y aves de corral. La integración de distintos parámetros es el punto clave de estos protocolos, ya que cualquier intento de valorar el bienestar usando un único parámetro está condenado al fracaso. Es necesario, en consecuencia, un sistema de valoración y seguimiento que capture variables de fuentes muy diversas. A menudo, el bienestar animal se evalúa a partir de la observación de las instalaciones y el manejo, pero dicha evaluación se basa en en asumir que existe una relación entre estos factores y el bienestar de los animales, por lo que no proporcionan una valoración exacta del estado de bienestar de un individuo en un momento determinado. Un suelo en mal estado o la falta de formación por parte de un ganadero pueden ser una causa potencial de lesiones, pero con la revisión de suelos y los certificados de formación no se están evaluando lesiones. Las lesiones se valoran cuando se observa a los animales.
Así, en los protocolos Welfare Quality®, las medidas más relevantes fueron las basadas en los propios animales. Con frecuencia, el bienestar de un individuo se evalúa en función del esfuerzo que tiene que hacer éste para poder superar las condiciones sociales y físicas a las que le somete su entorno, lo que, a su vez, es un reflejo de su estado mental. En relación con este esfuerzo de adaptación, el animal puede verse superado por las condiciones ambientales, en cuyo caso puede sufrir enfermedades de diversa índole e incluso llegar a morir. Otra posibilidad es que el animal consiga ir superando la situación, pero con un coste; así, niveles elevados de cortisol en plasma o heces, frecuencia cardiaca elevada, conductas de huída, ataques, miedo o estereotipias son medidas válidas para valorar el bienestar de los animales. No obstante, no todas estas medidas se pueden utilizar de forma práctica en la granja o en el matadero (por ejemplo, el análisis de cortisol en sange), por lo que deben tenerse en cuenta todos estos aspectos a la hora de introducir un determinado parámetro dentro de un protocolo: en comparación con las medidas basadas en los recursos, las medidas basadas en los animales consumen mucho más tiempo y son más difíciles de obtener.
Los sistemas para valorar y hacer un seguimiento del bienestar de los animales necesitan ser validados antes de considerarse su introducción en un protocolo como el del Welfare Quality®. En ensayos biológicos, la validación de estas medidas debe basarse en el estudio de su exactitud, repetibilidad, fiabilidad y sensibilidad. Durante los últimos 15 años se ha estado trabajando en la validez de diferentes parámetros indicadores de bienestar animal para estudiar su inclusión en los protocolos. Al mismo tiempo, para todos los parámetros se ha hecho un estudio de repetibilidad, es decir, se ha asegurado que varios observadores valorando una misma muestra obtenían los mismos resultados, lo que es un indicador de la dificultad de un parámetro concreto. Por último, en la valoración de cada parámetro se incluye el estudio del tiempo o los recursos necesarios para ser tomada, ya que los distintos parámetros deben ser también prácticos.
Como decíamos anteriormente, una de las fases del proceso fue definir cómo se iba a abordar el bienestar animal. Para ello, se establecieron cuatro principios básicos que debían respetarse y, a su vez, la definición de estos 4 principios se basó en 12 criterios. Así pues, los parámetros de bienestar considerados en los protocolos se clasificaron siempre dentro de estos 4 grandes principios del bienestar animal: 1) buena alimentación 2) buen alojamiento 3) buena salud y 4) capacidad para mostrar conductas propias de la especie.
Desde el primer momento, se intentó que los protocolos fueran testados en situaciones muy diversas, de forma que se pudiera asegurar su utilidad cualquiera que fuera la población de animales estudiada. Así, durante el proyecto, el protocolo de porcino (incluyendo cerdo blanco e ibérico) se testó en centenares de granjas de España, (incluyendo cerdo blanco e ibérico), Francia, Suecia y el Reino Unido y, desde entonces (año 2009), se ha seguido utilizando, además de en Europa, en países tan distintos como Brasil, Canadá o China, lo que ha servido para seguir mejorándolos día a día. A continuación, y a modo de ejemplo, se muestran algunos de los parámetros evaluados en este protocolo.
CONDICIÓN CORPORAL
Uno de los cuatro principios en los que se basa el protocolo de bienestar animal del Welfare Quality® es asegurar una alimentación adecuada. Para ello, el día de la visita se podría inspeccionar el estado de los comederos e incluso la fórmula del pienso, pero estos protocolos pretenden basarse en los animales, por lo que, en este caso, el parámetro que mejor información proporciona sobre el estado real de alimentación de un grupo de animales es su condición y, por lo tanto, es el único que se utiliza. Así, se considera que un animal al que se le marcan los huesos de la cadera y de la columna vertebral está demasiado delgado y puntuaría negativamente en este parámetro.
VALORACIÓN DE HERIDAS
Las heridas en los animales se pueden valorar de acuerdo con el número, la localización (cabeza/cuello, flancos/espalda y cuartos traseros), la naturaleza (arañazos o heridas superficiales, heridas abiertas, abrasiones, marcas o hematomas), el tamaño y el grado de cicatrización. La valoración de heridas en la piel también permite reconocer el origen de la herida (peleas, mal manejo, densidades demasiado elevadas o instalaciones deficientes) de acuerdo con su localización y características. Las lesiones en la cabeza y en los hombros están causadas normalmente por peleas relacionadas con el rango social de los animales. Las lesiones que se concentran en la parte posterior pueden deberse a la competencia por la alimentación o por un manejo inadecuado. Es una medida que sin el preceptivo entrenamiento es imposible que obtenga buenas repetibilidades entre observadores, como sucede con una gran mayoría de las medidas basadas en el animal.
VALORACIÓN DE UN COMPORTAMIENTO ADECUADO
La presencia de conductas anormales son un buen indicador de bienestar animal, ya que la respuesta de comportamiento es la primera respuesta de un animal ante una situación aversiva o estresante. No obstante, otras conductas consideradas “normales” pueden ser también un buen indicador de bienestar animal cuando se estudia su frecuencia. Así una frecuencia demasiado alta de conductas sociales negativas dentro de un grupo de animales o la ausencia de conducta de exploración deberá considerarse como un mal indicador de bienestar. En el caso de las conductas sociales negativas se dan de forma necesaria tras la formación de un grupo nuevo de animales, ya que deben formar sus jerarquías. No obstante, en pocos días, estas peleas deberían desaparecer . Si tiempo después de la mezcla esta conducta persistiera, significa que no existe una relación estable entre los animales de un mismo grupo y que hay una gran competencia por los recursos, tales como el espacio (densidades muy altas) o el alimento (poco espacio disponible de comedero). En una granja de cerdos la toma de datos de comportamiento puede superar las 2 horas y de nuevo necesita de un riguroso entrenamiento.
En total, los protocolos Welfare Quality® se componen de más de 20 medidas que han sido validadas, testadas para su repetibilidad y para las cuales se han creado programas de formación destinados a evitar sesgos en su aplicación. También se ha creado un sistema de agregación que las combina dentro de 12 criterios y 4 principios que sirven para poder hacer una evaluación global del estado de una granja. El resultado son unos protocolos que tienen un gran reconocimiento internacional por el impacto que han tenido en los últimos años, con cerca de un centenar de publicaciones científicas relacionadas y un proceso de mejora continua que empezó en el año 2004 y que sigue hoy en día dentro del seno del Welfare Quality® Network, la red centros de investigación que custodia el buen uso de los mismos.