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Impacto de una hipotetica llegada de la PPA a España

Impacto de una hipotetica llegada de la PPA a España

17 de septiembre de 20 - Noticias

La COVID-19 ha centrado toda la atención pública en las últimas semanas, dejando de lado otras cuestiones importantes, como la expansión de la peste porcina africana (PPA) en Europa y sus posibles efectos. En la actualidad, en la Unión Europea ya hay trece países con casos de PPA, muchos de los cuales han visto bloqueadas las exportaciones, con la consiguiente pérdida económica que ello supone. Según los profesionales, extremar las medidas de bioseguridad y actuar de forma rápida ante la aparición de un foco son las principales herramientas para combatir esta enfermedad y evitar su propagación.

En 2007, la PPA llegaba a Rusia desde la región del Cáucaso; se estableció en el sur del país para expandirse más tarde, en 2011, hacia el norte. Solo un año después, en 2012, se confirmaba la presencia de focos en la zona centro del país y en Ucrania, y en 2013 llegó a Bielorrusia.

En 2014 se confirmaba la presencia del virus en jabalíes y en granjas de cerdo de capa blanca en países como Lituania, Letonia, Estonia y Polonia. En 2016 la PPA seguía su expansión por el noreste de Europa, y durante el año 2017 se detectaba la enfermedad en jabalíes en la República Checa y en porcino doméstico en Rumanía.

En el año 2018 se daba un aumento de casos de PPA en las zonas ya afectadas respecto al mismo período de años anteriores, y aparecía por primera vez en jabalíes en Hungría y en Bélgica, y en cerdos domésticos y jabalíes en Bulgaria. En 2018 y en los primeros meses de 2019, la tendencia fue la misma que en años anteriores: a finales de verano de 2019 (en esta época es cuando se produce el aumento más significativo de casos) se confirmaba la presencia de la enfermedad en Eslovaquia y en Serbia, mientras que en febrero de 2020 aparecía en Grecia.

Recientemente, Alemania confirmaba un primer caso de PPA en un jabalí, en el distrito de Spree-Neisse, cerca de la frontera con Polonia.

¿Y EN ESPAÑA?

Antecedentes

Pese a que la PPA actualmente se encuentra a miles de quilómetros de nuestras fronteras, los expertos aseguran que hay que mantenerse alerta y extremar todas las medidas de seguridad. Así lo apunta Antonio Rouco, profesor titular de producción animal y coordinador de calidad de la Universidad de Murcia, quien advierte de los estragos que la peste porcina africana ya causó en España entre los años 60 y 80: “Cuando la enfermedad llegó a España, el país era un estado autárquico que ni importaba ni exportaba carne de cerdo, y así fue hasta 1986, cuando entró a formar parte de la Unión Europea. Entonces el resto de los países socios podían colocar sus productos, pero España, al tener la PPA, no podía exportar. Por esta razón, la administración realizó un gran esfuerzo para erradicar la enfermedad y, finalmente, lo consiguió en 1989. Gracias a una intensiva vigilancia epidemiológica, el país se abría a la exportación”. Desde entonces, la tendencia a la exportación en España no ha dejado de crecer, gracias al buen hacer y a la tecnificación del sector; en 1995 el país se convertía en exportador neto y, actualmente, España es uno de los máximos exportadores de porcino, principalmente, gracias a su competitividad.

¿Qué efectos podría tener ahora la PPA?

Este trastorno, altamente contagioso, puede llegar a generar pérdidas económicas muy graves y a provocar tasas de mortalidad muy elevadas.

La llegada de la PPA a España podría poner en peligro todo lo que se ha conseguido en los últimos años. Como destaca Rouco: “La globalización de la enfermedad provocaría que la industria porcina española retrocediera a niveles de los años 80 y que tuviera que olvidarse de la exportación”. En este sentido, y según mantiene el profesor, “las pérdidas económicas podrían alcanzar los cientos de millones de euros. Por ejemplo, si un brote afectase a una media de 30 explotaciones, las pérdidas en un año podrían situarse en torno a los 70 millones de euros, aproximadamente”.  Por otro lado, si alrededor de la mitad de la producción actual se destina a la exportación (al mercado europeo, chino, etc.), el virus podría conllevar la reducción de la cabaña porcina a la mitad, con la destrucción de los puestos de trabajo que ello supondría. Ante esta situación, los mataderos más pequeños deberían cerrar sus puertas, mientras que los más grandes se aprovisionarían de productos de otros mercados y lonjas no habituales y podrían recurrir a mercados como el holandés o el danés.  

Por todo ello, hay que estar alerta y no bajar la guardia. “Nuestra red de vigilancia es de las mejores; tenemos una medicina preventiva estupenda y unas excelentes medidas de bioseguridad. Si todo esto lo hacemos bien, no deberíamos tener ningún problema”, asegura Rouco.

A pesar de todo lo mencionado, y que cuando en un país se da un brote de PPA los importadores dejan de comprar carne de cerdo en ese lugar, cuando teorizamos sobre la posible llegada de la PPA a un gran exportador de carne de porcino como España, habría que tener en cuenta como la súbita falta de oferta de carne que generaría este hecho afectaría a los precios a nivel internacional, y como reaccionarían los grandes importadores que, por tal de no aumentar sus costes, podrían aceptar la regionalización del país afectado y seguir importando de zonas o empresas libres de PPA. Además, cabe tener en cuenta que, si el país afectado pertenece a la Unión Europea, en teoría seguiría estando permitido el comercio intracomunitario, por lo que hipotéticamente, un país de la UE no afectado podría cubrir su consumo interno con carne importada de un país de la Unión afectado, y exportar su producción nacional sin problemas. No obstante, esperemos evitar tener que comprobar lo que realmente ocurriría.

¿Qué puede hacer el sector para mantenerse alejado de la PPA?

El responsable de porcino en Unión de Uniones y Unió de Pagesos, Rossend Saltiveri apunta que “las consecuencias de la declaración de la PPA pueden ser nefastas y, en este momento, no se puede aceptar ese riesgo”. Saltiveri considera esencial recuperar el equilibrio entre la demanda y la oferta de lechones para reducir riesgos: “En los últimos años se han construido muchas granjas de engorde, por lo que se recurre a la importación de lechones para llenar esas plazas. Con la amenaza de la PPA, es muy poco recomendable importar lechones. Si se hace, debe ser con las máximas garantías y con las más altas condiciones de bioseguridad y vigilancia. Sin embargo, lo más recomendable es estimular más las granjas de madres para recuperar ese equilibrio”, sostiene.

Por otro lado, debido al aumento de la población de jabalíes, Saltiveri apunta que es primordial aplicar la normativa cinegética referida a esta especie (cuando en un territorio se supera el umbral de ocho jabalíes por quilómetro cuadrado, se debe actuar y reducir esta cifra). No obstante, el responsable de porcino asegura que “hay muchos territorios en los que no se está haciendo, los responsables de los cotos de caza y las administraciones no actúan, y es esencial hacerlo porque si la PPA llegase a través de los jabalíes sería muy difícil controlarla”.

Ante esta situación, Saltiveri se muestra preocupado por la llegada de un brote de PPA en el escenario actual, en el que la COVID-19 es la máxima prioridad de los gobiernos. “Si se detectase un brote, el procedimiento a seguir sería inmovilizar y sacrificar a los animales en la ratio de la zona afectada. A cambio, cabría la posibilidad de recibir unas compensaciones económicas que ahora pueden peligrar, por lo que es más importante que nunca extremar las medidas de bioseguridad, no bajar la guardia y actuar siempre con la mayor rapidez posible”, expone.

¿Cuáles son las principales medidas de bioseguridad?

La PPA puede llegar a una granja a través de distintas vías, como apunta Pilar Fernández, directora de Producción e Investigación del Grupo Kerbest: por jabalíes infectados que puedan estar alrededor de nuestras granjas, por el transporte de animales vivos (España importa muchos lechones, y estos deberían ser chequeados en su lugar de origen antes de transportarlos y a su llegada a su destino), por la caza de animales en otros países (por lo que habría que intensificar los controles en las fronteras) y a través del tráfico de alimentos crudos procedentes de cerdos o jabalíes para consumo doméstico por parte de personas que viajen a zonas con PPA (esos alimentos podrían introducirlos en las granjas para comerlos o echar los desechos a cerdos que tengan en sus casas como corral doméstico).

Sabiendo esto, es fundamental implementar unas medidas de seguridad básicas. Fernández explica que “las más importantes son contar con un vallado perimetral (con una altura aproximada de dos metros y anclado al suelo de forma segura) que impida la entrada de cualquier tipo de animal en la granja, tanto salvaje como doméstico, y revisarlo cada semana; una buena localización alejada de zonas con altas densidades y más enfermedades; un vado y arco de desinfección que se usen correctamente; la delimitación de una zona sucia y una zona limpia dentro de nuestra granja para evitar cualquier tipo de cruce (con un vallado interno que rodee las naves que separan la zona limpia de la zona sucia y sin la posibilidad de cruzar de una zona a otra); la diferenciación de caminos, uno exclusivo para el personal interno de la granja y otro para el camión de desvieje, cuarentena y recogida de cadáveres”. Otra medida que menciona es la prohibición de la entrada a la granja de alimentos elaborados con carne de cerdo, ya que “hay que tener en cuenta que muchos de los operarios pueden ser originarios de países con PPA, y que es muy típico traer embutido de cerdo cuando regresan de pasar allí unas vacaciones, y es posible que ese cerdo que introducen en una granja esté contaminado”.

Por otro lado, las tareas de limpieza y desinfección, consideradas de segunda categoría pese a ser un de las piezas fundamentales en la lucha contra los patógenos, son una de las herramientas fundamentales en la bioseguridad interna. Como asegura Fernández, “gracias a ellas conseguiremos reducir el uso de antibióticos y tratamientos”. En este sentido, la experta en producción e investigación en porcino aconseja hacer un “todo dentro, todo fuera”. “Todo el material móvil que exista ha de ser sacado para que sea lavado, secado y desinfectado en otro sitio. Debe quitarse toda la materia orgánica y remojar las superficies con la ayuda de detergentes o espumas que desincrusten mejor, para posteriormente lavar con agua caliente a presión, empezando por los techos y desde el interior de la sala hacia el exterior de la puerta”, explica, y añade: “Las fosas también deben limpiarse y revisarse y, posteriormente, secarlas y desinfectarlas. En este punto es importante recordar que habría que ir rotando los desinfectantes”.

El vallado perimetral es una medida de bioseguridad fundamental para evitar la entrada de enfermedades. Foto: Rotecna.

Por último, elaborar un plan de bioseguridad es un aspecto clave en la lucha contra la PPA. Para hacerlo es imprescindible tener un conocimiento de la epidemiologia de las enfermedades (su duración, cómo pueden afectar a los animales, rutas de infección, etc.), elaborar un flujograma de todas las posibles entradas que necesita la granja, desarrollar unos protocolos normalizadores de trabajo (PNTs) que sean de aplicación en dichas situaciones, establecer las medidas a adoptar y asignar un encargado de bioseguridad con la misión de  trasladar todos los conocimientos a los empleados de la granja y vigilar constantemente que los procedimientos establecidos funcionen correctamente. 

Todas las medidas mencionadas reducen el riesgo de la entrada de la PPA, pero nunca lo eliminan, ya que el riesgo 0 no existe. “Podemos mejorar nuestros sistemas, pero habrá un factor “R” (riesgo) que nunca será 0, puesto que, desde el momento en que decidimos construir una granja con la mejor localización posible, con las mejores medidas de bioseguridad y con la formación continua de nuestros empleados, llevamos animales a un sitio donde no había, pudiendo actuar como hospedadores de patógenos”, concluye Fernández.

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