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¿Cómo podemos reducir el riesgo de hipotermia en lechones?
04 de diciembre de 25 - Noticias
La llegada del invierno supone siempre un reto adicional en maternidad. Aunque la mayoría de salas de madres están diseñadas para mantener una temperatura adecuada, los lechones recién nacidos continúan siendo extremadamente sensibles a cualquier variación térmica. Su fisiología, con escasas reservas energéticas, poca capacidad de aislamiento y una alta pérdida de calor justo después del parto, los hace especialmente vulnerables durante las primeras horas de vida.
Por ello, incluso en instalaciones bien climatizadas, la gestión del microclima a través de sistemas de calefacción y nidos específicos sigue siendo una herramienta clave para evitar hipotermias, mejorar el encalostramiento y reducir las bajas por frío o aplastamiento. Un buen manejo térmico en los momentos críticos contribuye de forma decisiva a mejorar la supervivencia y el rendimiento de cada camada durante los meses más fríos del año.
¿Por qué los lechones son especialmente sensibles al frío?
El lechón recién nacido es un animal extremadamente vulnerable al frío por diversas razones fisiológicas. Sale del útero a una temperatura ambiental muy inferior a la que tenía en el interior de la cerda, y además lo hace húmedo, lo que acelera la pérdida de calor por evaporación. Su capacidad para mantener la temperatura corporal es muy limitada, ya que apenas dispone de grasa subcutánea ni aislamiento térmico natural.
A esta realidad se suma que cuenta con reservas energéticas muy escasas. Si se enfría, pierde movilidad rápidamente y le cuesta acercarse a las mamas para ingerir calostro, lo que a su vez reduce su nivel de energía y su capacidad de termorregulación. Cuando esto ocurre, el lechón entra en una dinámica negativa en la que, al enfriarse, le cuesta mamar, y esa falta de energía provoca que siga perdiendo temperatura. Además, los animales hipotérmicos buscan con más insistencia el calor del cuerpo de la cerda, aumentando notablemente el riesgo de aplastamiento. Todo ello convierte el control térmico en un elemento decisivo para salvar vidas durante las primeras horas postparto.
Gestión de la calefacción en maternidad durante el invierno
La calefacción localizada es la herramienta más eficiente para prevenir la hipotermia en los lechones sin comprometer el bienestar de la cerda. En lugar de elevar la temperatura de toda la sala, algo ineficiente y que puede generar estrés térmico en las madres, el uso de placas calefactadas y lámparas infrarrojas permite crear un microclima cálido exclusivamente en la zona donde los lechones lo necesitan.
Las placas calefactadas proporcionan un calor constante y homogéneo, que se mantiene estable independientemente de las variaciones ambientales. Esto es especialmente útil durante la noche o en jornadas de frío extremo. Las lámparas infrarrojas, por su parte, ofrecen un aporte de calor inmediato y son especialmente valiosas en las primeras horas tras el parto, cuando el lechón aún está húmedo y sufre una caída brusca de temperatura.
El papel del nido en la prevención de la hipotermia
El nido es uno de los elementos más determinantes para garantizar la supervivencia de los lechones durante el invierno. Su función principal es ofrecer un espacio protegido, aislado de corrientes de aire y con la concentración térmica necesaria para que los animales estabilicen su temperatura corporal desde las primeras horas de vida. Modelos como los nidos de Rotecna han demostrado ser especialmente eficaces al crear un microclima controlado y facilitar que los animales se mantengan agrupados y calientes.
Durante los primeros días, mantener el nido en torno a los 34–35 °C permite que los recién nacidos cuenten con una zona cálida y estable, mientras la sala puede mantenerse a 18–20 °C, un rango adecuado para las cerdas. Esta combinación favorece el bienestar de ambos y, al mismo tiempo, evita elevar innecesariamente la temperatura ambiental. Concentrar el calor únicamente donde los lechones lo necesitan se traduce en un uso más eficiente de la energía, con reducciones en el gasto energético en maternidad que pueden situarse entre el 20 % y el 40 %.
Además, disponer de un refugio cálido y atractivo evita que los lechones busquen el calor junto al cuerpo de la cerda, lo que reduce de manera significativa el riesgo de aplastamientos. Para mantener el microclima en condiciones óptimas, es importante adaptar el manejo del nido a la edad de los animales: en los primeros días conviene mantener la tapa cerrada para retener el calor, y abrirla progresivamente cuando empiezan a generar más calor corporal. Este ajuste gradual evita sobrecalentamientos, mejora el confort y contribuye a un manejo térmico eficiente que protege la viabilidad de la camada.
Manejo complementario para minimizar el riesgo de hipotermia
Además de la calefacción y los nidos, existen prácticas de manejo que ayudan a estabilizar la temperatura del lechón durante las primeras horas. El secado inmediato al nacimiento es una de las más efectivas, ya que evita pérdidas de calor por evaporación y facilita una incorporación más rápida al pezón. Controlar las corrientes de aire es igualmente crucial: incluso cuando el nido está correctamente calefactado, un flujo de aire frío puede generar descensos peligrosos en la temperatura corporal.
Por último, favorecer un rápido acceso al calostro es determinante. Un lechón que mama pronto tiene más energía, más movilidad y mejores recursos para mantener su temperatura corporal. Esto se traduce en menor mortalidad y mayor vitalidad del lote.
Cómo un buen manejo térmico reduce bajas y mejora la viabilidad de los lechones
La mortalidad por hipotermia sigue siendo una de las principales causas de pérdidas en maternidad durante el invierno. Sin embargo, un manejo adecuado de la calefacción y el uso de nidos bien diseñados permiten crear un entorno controlado donde los lechones pueden estabilizar su temperatura, mamar con rapidez y reducir el riesgo de aplastamiento.
Las granjas que implementan sistemas de microclima eficientes combinando placas calefactadas, lámparas y nidos bien regulados no solo disminuyen las bajas, sino que también optimizan el consumo energético y mejoran notablemente el bienestar de los animales. Garantizar el calor adecuado desde el nacimiento es, en definitiva, una estrategia rentable, productiva y esencial para que los lechones superen con éxito las semanas más frías del año.





