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Un año sin óxido de zinc en nuestras granjas

Un año sin óxido de zinc en nuestras granjas

28 de septiembre de 23 - Noticias

El pasado 26 de junio se cumplió un año desde que la Comisión Europea hizo efectiva la retirada de las autorizaciones comerciales de los medicamentos de uso veterinario y piensos medicamentosos con óxido de zinc (ZnO), que se había usado a partir de los años 90 para evitar la diarrea posdestete de los lechones y favorecer su crecimiento. Desde entonces, los criadores de porcino han afrontado el reto de encontrar alternativos al uso del óxido de zinc para mantener un buen estatus sanitario en sus granjas. Tratamos estas cuestiones con Albert Finestra, veterinario en Finestra Veterinarians Advisers.

albert finestra
Albert Finestra, veterinario en Finestra Veterinarians Advisers. Foto: A. Finestra.

¿Cuáles son las principales razones por las que se ha limitado el uso del óxido de zinc?
Básicamente, por una razón medioambiental. El óxido de zinc es un mineral de baja absorción, de manera que el que recibían los animales acababa acumulándose en el estiércol y, posteriormente, contaminando el suelo y las aguas subterráneas. Ante esta situación, y tras evaluar la relación beneficio/riesgo de este medicamento y concluir que los beneficios del uso de óxido de zinc no son mayores que el riesgo que supone para el medio ambiente, las autoridades competentes decidieron imponer la reducción de su uso para evitar un exceso de este mineral.

¿Dispone el sector porcino de las herramientas suficientes para prescindir del óxido de zinc minimizando los daños que puedan surgir durante el proceso?
Tenemos las herramientas necesarias, pero debemos encontrar la adecuada para cada situación. El óxido de zinc permitía tratar distintos problemas con una única solución, por lo que era una de las opciones más empleadas. Ahora, en cambio, debemos buscar otras herramientas y evaluar la eficacia de cada una de ellas, puesto que uno de los grandes problemas que se presenta es que no existe una herramienta concreta que haya sustituido al óxido de zinc, sino que son diferentes herramientas las que se deben combinar para tratar de conseguir los resultados que se conseguían anteriormente.

¿Cuáles son las herramientas alternativas de que disponen los ganaderos?
La primera y, desde mi punto de vista, la más importante, es la nutrición. Los especialistas en este ámbito han diseñado fórmulas con las especificaciones necesarias para poder suplir lo que te permitía el óxido de zinc. En este sentido, se ha trabajado en cuestiones como mejorar la calidad de la proteína y buscar una mejor. Por otra parte, también tenemos las pautas de manejo en granja, como mejorar temperaturas, velar por la calidad del agua que se administra, revisar los sistemas de alimentación, etc. Al final, todas estas herramientas no dejan de ser un conjunto de acciones que, al no poder usar el óxido de zinc, se deben tener mucho más en cuenta que antes.

Si nos centramos en la alimentación, ¿qué se puede hacer ante esta limitación?
Podemos intentar ajustar los sistemas de alimentación, las tolvas, para que los animales vayan comiendo despacio, que no se atiborren, con el fin de evitar un exceso de proteína en todo el proceso digestivo. Este es uno de los conceptos más importantes, dar pequeñas cantidades, pero varias veces al día. Por otro lado, es importante tener los silos limpios y evitar la aparición de hongos. Además, se debe tener el sistema de alimentación preparado para poder restringir, si es necesario.

¿Cuál ha sido el impacto económico de esta medida en las granjas? ¿Cómo ha variado la relación coste/beneficio?
Si nos fijamos en el segundo semestre de 2022, que es a partir de cuando se limita el uso de óxido de zinc, vemos que ha habido un empeoramiento sanitario, pero no creo que se deba exclusivamente a esta limitación. Se han dado otros factores que también han influido mucho, como la proliferación de cepas de alta patogenicidad de PRRS y el uso prudente de los antibióticos. Estos factores han hecho que la situación sanitaria de las granjas porcinas de nuestro entorno empeore y, consecuentemente, ha habido un impacto económico negativo. Si hablamos de la relación coste/beneficio, debemos tener en cuenta que el uso de óxido de zinc era una opción muy barata, y las opciones que tenemos ahora son más caras. Por lo tanto, el coste de producción aumenta y se reduce el beneficio.

limitacion oxido de zinc
Es importante tener unas buenas condiciones ambientales. Foto: Rotecna.

Centrándonos en el lechón, ¿qué le supone no poder ser tratado con óxido de zinc?
El óxido de zinc se utilizaba para controlar las diarreas posdestete de los lechones, aunque la verdad es que su mecanismo de acción nunca ha estado claro del todo. Aparentemente, el óxido de zinc recubría la pared intestinal y evitaba que las toxinas y las bacterias patógenas se adhirieran al intestino, a la vez que favorecía la absorción de nutrientes. Así pues, al no poder administrar óxido de zinc la integridad intestinal de los lechones se ha visto afectada. Esto se ha traducido en un mayor número de diarreas, más incidencias y problemas endémicos durante el destete. Todo ello ha derivado en un peor rendimiento y crecimiento de los lechones, y en la necesidad de tratar con más antibiótico para poder solucionar algunos problemas. 

¿Qué papel desempeña la vacunación ante esta situación?
Existen vacunas orales que pretenden evitar la proliferación de bacterias patógenas en el aparato digestivo de los lechones. Estas vacunas pueden impedir que los patógenos se adhieran con tanta facilidad al sistema digestivo de los animales. Por lo tanto, con las vacunas podemos conseguir cierto grado de inmunidad y solventar, a corto plazo, lo que anteriormente hacía el óxido de zinc.

¿Puede ayudar un enfoque holístico a hacer frente a la retirada del óxido de zinc? ¿De qué manera?
Sí, puede ayudar. Como hemos visto, antes podíamos aplicar una dosis fija de óxido de zinc y de esa manera solucionábamos muchos problemas. Ahora, en cambio, debemos aplicar un enfoque holístico en cada granja, hay que adoptar distintas soluciones, ya que habrá granjas que, por ejemplo, administrando una fórmula de nutrición adecuada podrán suplir el óxido de zinc y no presentarán ningún problema, mientras que en otras es posible que se deban aplicar más medidas. Entre otras cuestiones, debemos prestar atención a la calidad microbiológica y fisicoquímica del agua, algo básico y que cada vez los ganaderos tienen más asumido, pero que aún debemos mejorar. Por otra parte, debemos ajustar el manejo y tratar de tener unas condiciones ambientales mucho mejores que antes, con menos variaciones de temperaturas, de aire, de humedades, etc. Al final, el conjunto de soluciones dependerá de la realidad de cada granja.

¿Qué retos deben afrontar ahora los ganaderos ante la imposibilidad de usar óxido de zinc?
Los retos son cada vez mayores. Si antes destetar lechones era más fácil, ahora se ha complicado desde el punto de vista digestivo. Si a eso le sumas procesos respiratorios, meningíticos o nerviosos, los problemas van a aumentar en esta fase. Por ello, el principal reto seria trabajar mejor el destete. Además del óxido de zinc, otro de los retos que tiene el sector porcino es la reducción del uso de antibióticos, algo que probablemente irá a mayores. Con toda seguridad, también habrá nuevas restricciones en términos medioambientales, ya que reducir el impacto medioambiental sigue siendo una de nuestras prioridades. Como ya sabemos, la cría de cerdos genera una serie de deyecciones que, si se usan correctamente, se pueden rentabilizar. Sin embargo, el problema que hay en muchos casos es que el territorio no está equilibrado con la agricultura de su entorno en cuanto al número de plazas de animales. Ante esta situación, los retos van en aumento.

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